lunes, 31 de octubre de 2011

PROPUESTA DE MATRIMONIO PARA COBRAR LA VIUDEDAD

Desde hace cuasi un cuarto de siglo por no decir más, el código civil de nuestro país dice que en las herencias ab intestadas y a falta de descendientes y de ascendientes que son herederos legitimarios, el conyugue sobreviviente hereda ante los demás familiares colaterales como pueden ser hermanos, sobrinos o primos hermanos.
Esta es la narración de un hecho que puede ser producto o no de la imaginación. Asi que cualquier parecido con la realidad será coincidencia.

Ocurrió hace años en algún lugar de la Mancha como habría dicho Don Miguel de Cervantes. Y Dios me guarde de compararme con el inmortal autor del Quijote.
Don Manuel Martin – conocido y acaudalado empresario manchego – había enviudado de Rosa su primera mujer hace una friolera de treinta años. Desde entonces vivía y convivía con su vecina Lucía pero no estaba casado con ella.
Hará cosa de unos siete o ocho años que Don Manuel y Lucia se fueron de viaje a Venezuela donde conocieron y entablaron amistad con Elena Ramírez.

(Los nombres y apellidos de los protagonistas de esta historia son por descontado inventados como puede serlo la historia misma. El lector o la lectora son muy libres de sacar sus propias conclusiones)
Parece que la tal Elena tenia muchas ganas de venir de viaje a nuestro país y establecerse en él,pero le ponían muchas pegas de tipo administrativo.
Con el fin de paliar estas pegas Don Manuel – con el consentimiento de Lucía su novia de treinta años – le propuso matrimonio a Elena. Luego aquí en España ya divorciarían pues simplemente se trataba de hacer un favor a una amiga. Al fin y al cabo Don Manuel era viudo y podía volverse a casar con quien le apeteciera.
Asi que Manuel Martin, de nacionalidad española y Elena Ramírez, ella venezolana, contrajeron matrimonio en alguna localidad de la tierra de Simón Bolívar.
La boda a efectos que pudieran afectar la legislación española se inscribió en el Registro Civil del consulado español.
Don Manuel y Lucía regresarían poco después a nuestro país, mientras que la nueva y oficial “Señora de Martin” se quedaba en el suyo para preparar su propia próxima venida a España
.
¿ Y que ocurrió ? Pues durante el viaje de regreso, Don Manuel, se sintió indispuesto. Los médicos y sanitarios nada pudieron hacer para salvarle la vida. Simplemente falleció.
Como les ocurre a muchos compatriotas,el Señor Martin no tenía testamento hecho. De haberlo tenido ,lo más probable es que habría designado por heredera a Lucia, la mujer con la que él convivía;pero no lo tenia.
Tampoco, Don Manuel, tenía hijos y tampoco nietos. En cuanto a su padre y a su madre éstos hacía años que murieron
.
Sin haberlo nunca premeditado ni soñado la venezolana Elena resultó ser la heredera de la fortuna del español Manuel. Le correspondía a ella y no a Lucía cobrar legalmente la pensión de viudedad del Señor Manuel Martín Gutierrez.
Esta historia, o una parecida, le contó Maruja a una amiga. Mientras la Maruja hacía el relato con profusión de detalles, su amiga, que llamaremos Catalina, la escuchaba con los ojos y las orejas bien abiertos.

¿ Que estaría pensando Catalina ?
¿ Y es verdad ésto ? decía ella.
Claro que lo es, replicaba la otra. Lo sé de buena tinta.
¡Interesante! ¡Interesante!> No paraba, Catalina, de repetir en sus adentros.
¿ Y que era lo tan interesante de la historia que le contaba Maruja?
Pues nada más y nada menos que Ramón.
¿Quien era este señor?

¿ Era su pareja ?

¡Que va ! i>Sí Ramón es un anciano y a ella, a Catalina, le gustan que sean de su misma edad o unos cinco más a lo sumo;y Ramón ha cumplido ya los ochenta. Catalina tiene cincuenta. Son treinta años de diferencia.
¿ Su pareja? Ni soñarlo.

¿ Se trata entonces de un familiar? ¿ Un hermano por ejemplo?
Tampoco.
Entonces. ¿ Quien es este señor?
Pues un señor que vive en su casa desde hace un cuarto de siglos. No tiene parientes cercanos y Catalina se ha comprometido, delante notario, a atenderle, darle cobijo y alimentos mientras viva. A cambio de ello, el Señor Ramón, ha hecho donación de sus bienes a Catalina , reservándose el usufruto .
Catalina le desea muchos años de vida a Ramón. Al fin y al cabo nadie es eterno. Un día u otro nos tocará despedirnos de este valle de lágrimas como dicen los creyentes cristianos. Pero el relato de Maruja- del viaje y boda de este señor con esta mujer venezolana que ahora va a cobrar la viudedad sin haber sido nunca de hecho la esposa ni la pareja del difunto – es un relato que podría sucederle a ella.
Nadie absolutamente sabe el día y la hora que va a morir
. Por ley de vida, lo más lógico y normal es que Ramón muera antes que Catalina. ¿ Pero porque no casarse con él? El no está casado, ni tiene pareja y lo más probable es nunca la tenga. Así ¿ porque no proponerle matrimonio y cuando mañana - un mañana que Catalina desea lejano ya que Ramón goza de buena salud – el “marido” muera, cobrará ella la viudedad. Igual que Elena Ramírez
.
Se lo voy a comentar y proponer a Ramón, sentenció la Catalina.

1 comentario:

  1. Parece ser lo mas lógico, ademas de mas coherente. Hecha la ley hecha la trampa.Lo curioso es que en el último relato, no llego a vislumbrar amor (no sexo) por ninguna parte. Solamente deseos por parte de uno y el otro de intereses materiales.
    Deseo que si alguna vez se hace realidad este relato, sea por intereses mas bien morales y de aprecio que no materiales.
    Salud
    Sebastiá.

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